Una Introducción...
El desarrollo de las ciencias sociales y entre ellas, las ciencias de
la educación, influyó en la necesidad de superar la formación fragmentada de la
académica, emergiendo en los últimas décadas, profesiones con nuevos perfiles
acordes a una visión de integración del quehacer académico profesional, cuyo
carácter -inter y transdisciplinario- es condición fundante en las nuevas
disciplinas que emergieron en los 70s (1) y finales del siglo.
Entre los
orígenes de la psicopedagogía y su consolidación, fue determinante el cambió
paradigmático que todavía reorganiza el mundo de la academia. Pero también otro
factor latente fue la necesidad de articular un conjunto de experiencias que
reconocían ya al sujeto infantil como un ser cognitivo, capaz de construir su
propio conocimiento (del estudio de sus potencialidades y el diagnóstico de
problemas cognitivos). Uno de los pioneros en este campo, sin duda lo fue Jean
Piaget, especialmente con sus estudios de la psicología y epistemología
genética.
Ahora bien ¿Quién es el psicopedagogo?:
El psicopedagogo es un profesional que se ocupa del ser humano, sano o
enfermo, en situación de aprendizaje. Puede desarrollar sus actividades en el
ámbito de la salud y de la educación, con el objeto de obtener mejores logros
del individuo y de la comunidad en la que se desenvuelve.
Al decir que se ocupa del sujeto en situación de aprendizaje no sólo
nos estamos refiriendo al proceso sistemático desarrollado por diferentes
instituciones como particulares exigencias. Es común pensar que el
psicopedagogo “atiende a los niños con N.E.E. en la escuela”. Sin embargo, su
tarea es mucho más amplia. También se ocupará del sujeto en procesos de
aprendizaje asistemático ya que, en realidad, aprendemos desde que nacemos
hasta que morimos, y no solamente mientras asistimos a una institución educativa.
Podrá ofrecer alternativas de atención en todas las etapas del desarrollo,
desde la estimulación temprana hasta abordajes terapéuticos en la tercera edad
(Miret, Fuster, Peris, García y Saldaña, s.f.)
Actualmente, la cuestión no se reduce a la búsqueda de una definición
que permita configurar el quehacer del psicopedagogo(a), más bien, la
preocupación está en orientar las funciones de este profesional en el contexto
del proceso de enseñanza-aprendizaje, mucho mas allá del ámbito de la
institución escolar como claramente lo expresa la cita anterior.
Como bien lo sitúa César Coll Salvador (1966), en el espacio
profesional psicopedagógico participan en forma transdisciplinaria e integrada
diversos profesionales:
… -básicamente, psicólogos, pedagogos y psicopedagogos- cuya actividad
fundamentalmente tiene que ver con la manera como aprenden y se desarrollan las
personas, con las dificultades y problemas que encuentran cuando llevan a cabo
nuevos aprendizajes, con las intervenciones dirigidas a ayudarles a superar
estas dificultades y, en general, con las actividades especialmente pensadas,
planificadas y ejecutadas para que aprendan más y mejor (p. 33).
Considerando está compleja situación, el psicopedagogo(a) debe
caracterizarse por ejercer una gran capacidad de diálogo y de interactuar en
equipo de trabajo con sus colegas (aquellos que de una u otra manera estén
implicados en el desarrollo del sujeto cognitivo en un contexto de
aprendizaje). El entorno de trabajo del psicopedagogo(a) puede ser sumamente
variado (no se reduce a la atención profesional individual de intervención a
partir del estudio clínico de casos). Puede ser sumamente fructífero la labor
psicopedagógica en un barrio o en una comunidad, en una situación del
alfabetización de adultos o de grupos juveniles inmersos a graves problemáticas
sociales, así como también a los procesos formales y no formales de enseñanza,
etcétera.
El cómo entendemos al psicopedagogo(a) es desarrollado por Rodríguez
(2005), al plantear los dos paradigmas que en oposición convergen en la
profesión de éste: el crítico y el técnico, refiriéndose al respecto el autor
señala:
Nos decantamos por el crítico, basado en la participación activa de la
figura del psicopedagogo, tanto en su formación, como en el diseño de las
acciones. Se ajusta a un profesional compuesto por: dinamismo, cambiante, que
le agrada el reto. Por un lado, planifica su acción, aplica las acciones
previstas al diseño inicial, observa que efectos se producen, los analiza y
extrae sus propias conclusiones, que se revierten sobre la planificación
inicial, de forma que re-orientan el proceso.
También valoro además del paradigma de actuación de intervención
psicopedagógico, la ética y la estética, como elementos claves de la praxis. La
ética, necesaria adecuación de las acciones profesionales a los principios
expresados en las leyes, la formativas, los códigos deontológicos y la
estética, visto como un conjunto de formas de comportarse del asesor que
facilita su vinculación a los asesorados.
Esta faceta del profesional en psicopedagogía, supone (de este o esta
profesional) un conocimiento a fondo de una diversa gama de conocimientos, que
le permite desarrollar la herramientas conceptuales necesarias de la psicología
y pedagogía, en función al estudio de los problemas del proceso de aprendizaje
y a la elaboración de propuestas eficaces que mejoren los procesos educativos y
sus entornos.
La capacidad de interacción del psicopedagogo(a) lo/la implica a un
conocimiento epistémico y hermenéutico, como base para el dominio de los
postulados teóricos de un conjunto de disciplinas y, a su capacidad de
integrarlas, a través de una síntesis creadora de su labor profesional.
Inclusive el psicopedagogo(a) se desenvuelve en áreas tan diversas como la educación,
la salud, la acción social, lo jurídico, lo empresarial, lo municipal y la
investigación (psicoPedagogía.com).
… la psicopedagogía es sobre todo en la actualidad un espacio de
confluencia de distintas tradiciones disciplinares y profesionales. Si bien la
experiencia demuestra que esto ha sido suficiente para provocar la emergencia
de un espacio profesional e institucional, creemos que la consolidación y el
desarrollo de este espacio va a depender en buena medida de la capacidad para
crear en éste una dinámica propia de trabajo, de investigación y de reflexión
teórica y práctica que conduzca a nuevos conocimientos y que haga emerger
nuevas prácticas profesionales (Coll, 1996, pp. 51-52).
En nuestra situación -en el caso de Costa Rica- todavía las
instituciones educativas del gobierno no han logrado re-conocer el debido papel
del psicopedagogo(a) en el sistema educativo oficial del país. Pero además,
consideramos que en Iberoamérica, la experiencia de España es una de las más
consolidadas, por ello, en el presente trabajo hemos decidido remitirnos (en
forma muy breve) a los criterios esgrimidos por César Coll (1996), en su
artículo: Psicopedagogía: confluencia disciplinar y
espacio profesional, con el fin de abordar las diferentes mediaciones
que inciden en el perfil del psicopedagogo. Obviamente, las valoraciones que
aquí se plantean, requieren de las adaptaciones pertinentes para su
interpretación con respecto a la realidad costarricense.
El psicopedagogo(a) es indispensable que conozca el proceso educativo
en el ámbito escolar en general, es decir, que pueda reconocer aquellos
factores que estén integrados en la planificación y desarrollo de los procesos
educativos de la enseñanza y aprendizaje (en la dualidad específica de las dos
dinámicas: la enseñanza y el aprendizaje). Así como también los procesos
psicológicos presentes en el aprendizaje en el contexto educativo. Debe además
considerar las características singulares y particulares del contexto de la
interacción de los actores del proceso educativo con su entorno y la
comunicación (si es transparente o hay distorsión) y su incidencia en la
experiencia de enseñanza–aprendizaje.
Aquí se incluirían estrategias como: “a) Identificación y evaluación de
las necesidades educativas especiales de los alumnos, en
colaboración con los maestros y profesores, especialistas y servicios
específicos; b) Participación en la elaboración y el seguimiento de los diversos
tipos de adaptaciones de currículum que puedan necesitar los alumnos, en
colaboración con los maestros y profesores, especialistas y servicios
específicos [y]c)
Asesoramiento a los equipos docentes sobre los Proyectos Curriculares de los
centros educativos en lo que se refiere a aspectos psicopedagógicos yde
atención a la diversidad de necesidades del alumnado” (Coll, 1996, p. 48).
No es suficiente que el psicopedagogo(a) tenga conocimiento de la
necesidad del asesoramiento (para que los demás tengan conciencia sobre la
importancia de la labor psicopedagógica y la necesidad de colaborar en
conjunto), sino que también debe dominar las herramientas (destrezas
comunicativa-pedagógicas) que hagan efectivo el asesoramiento con resultados
positivos. Es decir, deben ser expertos
en la actividad de asesorar (Coll, 1996, p.
48), lo que conlleva a desplegar una amplia iniciativa de asesoramiento y
planificar la capacitación profesional, por ejemplo: a los equipos docentes, a
las personas que tienen la tutela del educando y otros.
Hay que subrayar que por lo general, en los centros educativos no se
tiene idea de cuál es la función del psicopedagogo y qué importancia tiene para
la institución los beneficios que este profesional puede aportar, obviamente
esto implica que la institución no tiene experiencia del quehacer psicopedagógico.
El psicopedagogo(a) deber considerar esta situación del contexto en que
se desenvuelve su trabajo -pues no existen fórmulas ni recetas aplicables a
cualquier circunstancia- por eso hay que tomar en cuenta las características
concretas de la institución y de cómo funciona ésta (la mentalidad laboral en
que opera), con el fin de definir posibles estrategias que coadyuven al
cumplimiento óptimo de la profesión. Es a través de un estudio diagnóstico de
la situación y la intervención integral y transdisciplinaria del
psicopedagogo(a), que su acción será muy oportuna para aquellos casos que así
lo requieran y un cambio cualitativo del grado de comprensión y compromiso de
la institución. Aquí incluiríamos los ítem: “e)
Colaboración con los servicios sociales y sanitarios del ámbito territorial de
actuación, con el fin de ofrecer una atención coordinada a los alumnos y
familias que lo necesitan [y] f)
Aportación de apoyo y de criterios técnicos psicopedagógicos a otros órganos de
la administración educativa” (Coll, 1996, p. 48).
El principio de atención a la diversidad de necesidades aquí es clave.
Como se indicó al inicio, la problemática que surge en el proceso de
enseñanza-aprendizaje no se restringe solo al ámbito escolar. Va más allá de
las cuatro paredes del aula. La familia, el barrio, etcétera forman parte del
entorno del proceso educativo. Para atender las necesidades que se presenten y
dar un tratamiento adecuado, el psicopedagogo(a) debe estar con una posición
abierta, o sea, ser “...capaz de utilizar todos los recursos disponibles en el
sistema educativo y en la comunidad para conseguir el mayor grado de ajuste
posible a la acción educativa” (Coll, 1996, p. 49).
Referencias
bibliográficas:
- Cooll, C. (1996) Psicopedagogía: confluencia disciplinar y espacio profesional. En C. Monereo e I. Solé (Coords.), El asesoramiento psicopedagógico profesional y constructivista. Madrid: Alianza, pp. 33-52.
- Miret, L.,Fuster, A., Peris, E., García, D. y Saldaña, P. (s. f.). El perfil del psicopedagogo. Universitat Jaume I, Jornadas de Foment de la Investigació. Consultado el 17 de noviembre de 2009 en: www.uji.es/bin/publ/edicions/jfi8/psico/43.pdf
- PsicoPedagogía.com (s.f.). Funciones del Psicopedagogo. Consultado el 17 de noviembre de 2009 en: http://www.psicopedagogia.com/articulos/?articulo=335
- Rodríguez, D. (2005). Perfil y competencias del psicopedagogo (Parte II). Consultado el 17 de noviembre de 2009 en: http://www.espaciologopedico.com/articulos/articulos2.php?Id_articulo=729
Notas:
- Por ejemplo, el caso de España en 1970, la aprobación y vigencia de la Ley General de Educación, que significó “..la toma de conciencia progresiva de la necesidad de servicios de orientación educativa y profesional y de apoyo psicopedagógico al alumnado, al profesorado y a los centros educativos (Coll, 1996, p. 36). En 1977 la creación de Servicios Provinciales de Orientación Escolar y Profesional (del Ministerio de Educación y Ciencia) y en 1980 el surgimiento de los Equipos Muitiprofesionales de Educación Especial (Coll, 1996, p. 36).